Las relaciones de pareja nos proveen de una estructura que promete afecto, cariño, cuidado, atención, entendimiento mutuo y otra cantidad de cosas que la sociedad y la cultura se ha encargado de reforzar a través del arte, la música, el romanticismo y la religión. La premisa social es “si estás en una relación de pareja significa que estás triunfando en la vida” y “ si no estás en una relación de pareja significa que hay algo que no está funcionando bien contigo.”
En estas dos premisas encontramos dos polos opuestos donde no existe un terreno medio ni matices en los conceptos relacionales. Relación de pareja = bien, sin pareja = mal.
Si observamos los matices de estas premisas encontramos una cantidad de inconsistencias que completamente desbancan lo que nos ha llevado a creer la sociedad. Existen relaciones de pareja que se consideran un infierno como hay personas que viven felices y plenas sin la necesidad de estar en una relación. También nos encontramos con dinámicas relacionales como las relaciones abiertas y sus múltiples subcategorías, el poliamor y muchas otras aún no clasificadas.
En una sesión de terapia me encontraba explorando la posibilidad de una separación con un paciente cuya dificultad yacía en las discusiones unilaterales que tenía con su esposa. Le pedí que imaginara cómo sería su vida si se separara de su esposa con la que llevaba 13 años y tenían una hija. Su respuesta fue la siguiente “sentiría que he fracasado, sin motivación y como si me quitaran el piso.’’ Continuó explicando que el matrimonio le daba una estructura a su vida y que en el tiempo que llevaba en el matrimonio había descuidado las relaciones con sus amigos.
Me pareció paradójico que esta estructura o piso que él mencionaba no era lo suficientemente fuerte, consistente y sólido como para persistir sin la relación. En mi mente pensé en un piso alquilado; te garantiza una subsistencia temporal, pero no es un piso propio donde construyes e inviertes en ti.
En Polysecure: attachment, trauma and consensual nonmonogamy, Jessica Fern habla sobre la sensación de falsa seguridad y estructura que provee el matrimonio. Cuando la pareja empieza a explorar otras formas de relacionarse surgen cuestionamientos, celos, inconformidades, detonantes emocionales de todas las categorías que fácilmente tambalean la estructura matrimonial como un castillo de naipes.
De acuerdo con los psicólogos, John & Julie Gottman hay dos elementos claves que separan a las parejas exitosas de las parejas que fracasan; la comunicación de calidad (empatía y confianza) y la capacidad de resolución de conflictos. Ellos plantean que las parejas deben reunirse una vez por semana durante 2 o 3 horas, para hablar acerca de múltiples aspectos de la relación y llegar a acuerdos donde ambas partes se sientan beneficiadas. Ambas personas se sienten escuchadas y sus necesidades valoradas y consideradas. En este sentido, cada persona está invirtiendo en su bienestar, en su piso. Y si en algún momento la relación termina entonces continúan construyendo sobre su piso sólido estable y confiable.
En una relación como en cualquier sociedad o negocio debo sentir que mi inversión de tiempo, dinero y esfuerzos tiene un retorno que me beneficia para toda la vida. Cuando empiezo a perder mi inversión significa que el negoció o la asociación no está funcionando.